La ansiedad es una emoción y como toda emoción, no es buena ni mala. Tiene una función muy importante en nuestros procesos de adaptación en todos los ámbitos de nuestras vidas en los que intervienen procesos de cambio. De alguna manera nos prepara para atravesarlos, impulsando mecanismos de anticipación que a veces resultan de utilidad, como los asociados, por ejemplo, a la precaución. Sin embargo, cuando la ansiedad se convierte en una emoción predominante, nos lleva a disociarnos del tiempo presente y comenzamos a vivir en un bucle de pensamientos sobre el futuro, lo cual comienza a incidir en nuestro bienestar. El sistema nervioso simpático, que nos predispone fisiológicamente para determinadas situaciones, entra en un estado de hiperactividad, y su prolongación en el tiempo se manifiesta con sensaciones orgánicas poco placenteras. Esta reacción se complementa con una más usual percepción amenazante sobre el futuro, sean reales o imaginarias.
Aquí te compartimos algunas nuevas actitudes que te invitamos a explorar, cuando identifiques poca atención en el presente, y excesiva preocupación por lo que aún no ha sucedido:







Esta publicación tiene fines divulgativos, no reemplaza la importante función que tiene la medicina. Consulta siempre con especialistas ante cualquier cualquier respuesta física y/o mental que te genere dudas.
Deja una respuesta