Procrastinar, una cuestión pendiente de solucionar

Te contamos qué es la procrastinación, y algunos ejemplos para salir de su círculo vicioso.

Su definición proviene del latín «procrastinare» cuyo significado es «dejar algo para mañana» y en nuestra vida cotidiana se manifiesta principalmente por la identificada dificultad en el inicio de cualquier actividad que conlleva relativa significancia y/o con el compromiso de sostenerlas. Esta postergación puede derivar en impactos no deseados en diversos ámbitos de la persona, como sus vínculos, sus estudios, su trabajo, etc.

La procrastinación encuentra explicación en algunas motivaciones o factores, que terminan por llevar a la persona a postergar tareas o decisiones con determinada importancia, como por ejemplo:

Perfeccionismo y miedo al fracaso: Se asocia a cierta ansiedad en la realización de una tarea de manera perfecta, sin errores, con un consecuente bloqueo y retraso en su ejecución.

Búsqueda de aprobación: Puede emerger ansiedad, incluso culpa cuando la mirada está excesivamente puesta en la satisfacción de las demandas de los demás, lo cual termina generando una retracción en las tareas.

Planificación inadecuada: Cuando una persona comienza varias tareas al mismo tiempo sin una organización funcional, corre el riesgo de perder su enfoque, asignar cierta urgencia a todo y finalmente abandonar una o más actividades.

Emociones poco propicias: A veces una persona siente que debería hacerlo todo, y bien, y rápido. Si esto no ocurre, esto puede generar enojo con ella misma, impaciencia, ansiedad, y un sobreesfuerzo depositado en el empeño de volver a intentar sin prestar atención a los recursos y a los contextos. De esta manera, se incurre en un círculo del que cuesta abstraerse.

Para superar la procrastinación, es importante reconocerse de manera consciente en ella, y determinar pequeños pasos seguros, que permitan nuevas acciones para ponerse en marcha:

Identificar distracciones: reconocer aquellas que impiden trabajar y/o estudiar, pueden contribuir a minimizarlas.

Comenzar por lo más complicado: comenzar con lo más desafiante ayuda a liberar la mente y percibirse con mayor productividad.

Dividir las tareas: tomar el bloque de una mayor actividad, y partirla en acciones más pequeñas, con metas y objetivos graduales.

Organizar rutinas: planificar los días, con un detalle de horarios y aplicando la regla 20/10, que promueve 20 minutos de atención y 10 minutos de descanso.

Si aún esto no resulta de utilidad, siempre es una opción buscar ayuda de profesionales. ¡Ponte en marcha!

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